martes, 15 de octubre de 2013

El Imperio Bizantino

El imperio romano de oriente llamado bizantino (por haber surgido en la antigua colonia griega de Bizancio), nació cuando el emperador romano Teodosio separó las partes occidental y oriental del imperio (395 d.C.) y las entregó a sus dos hijos para que las gobiernen de manera independiente (a Honorio le dio la parte occidental y Arcadio la oriental). Cuando el imperio romano de occidente se derrumbó por obra de los bárbaros en el año 476 d.C. el de oriente resistió las invasiones, logrando sobrevivir gracias a su ubicación geográfica y el aislamiento de su capital: Constantinopla.


Desde un inicio sus límites fueron enormes y correspondían a la parte oriental del imperio romano y todo el Cercano Oriente, incluyendo Asia Menor y el noreste de África (Egipto).
La inicial preocupación de los bizantinos a la caída del imperio romano de occidente fue defenderse de los germanos que habían provocado la desintegración de roma de occidente . Constantinopla estaba rodeada de mares y protegida por una muralla que la hacía casi inexpugnable; desde aquí controlaban un vasto movimiento comercial, permitiéndoles grandes ingresos fiscales y por ende una envidiable fortaleza económica. Gracias a todo esto, pudieron enfrentar exitosamente las invasiones germanas. 
En el 527 d.C. fue elegido Justiniano I como emperador (527-565). El éxito en la lucha contra los bárbaros lo alentó para emprender una campaña de recuperación de los antiguos territorios romanos. Sus ejércitos arrojaron a los vándalos del norte de África, a los ostrogodos de la península itálica y a los visigodos del sur de España. Así Justiniano recuperó gran parte de la antigua Roma y convirtió en Constantinopla en una capital fabulosa.


La expansión del imperio bizantino no duró mucho tiempo, tras la muerte de Justiniano, otros pueblos bárbaros (eslavos, búlgaros, etc.) comenzaron a despojarlo de los territorios conquistados, hasta replegarlo en sus territorios de origen: los Balcanes y los muros de constantinopla. Los bizantinos nunca más controlarían el Mediterráneo en los tiempos de Justiniano.
Entre los siglos IX y XI el imperio conoció otra larga época de auge, que culminaría con la agresión de los turcos mahometanos, quienes iniciarían un duro y constante asedio contra sus fronteras orientales. Los bizantinos se envolvieron en una serie de guerras, entre ellas, las famosas "cruzadas" que significó la parcial destrucción de su capital; aunque estos acontecimientos no les impidieron recobrar parte de su poderío, al cabo de unos años. Sin embargo, en el 1453 d.C. significó el declive definitivo del Imperio; el acoso de los turcos mahometanos, que nunca desapareció, terminó con la caída de Constantinopla, ciudad que fue rebautizada como Estambul. Este hecho es conocido como la "Caída del Imperio Romano de Oriente".



El imperio Bizantino conservó el legado grecorromano enriquecida con elementos orientales  para que luego sea transmitida a Europa occidental y contribuya con su cultura. Las principales influencias del imperio Bizantino fueron:
  • Los  bizantinos copiaron y guardaron manuscritos, prepararon antologías sobre literatura griega y escribieron enciclopedias, conservando gran parte de los conocimientos del mundo antiguo (astronomía, geometría, etc.)
  • Crearon una de las grandes formas de arquitectura, el llamado "estilo Bizantino", caracterizado por el uso de cúpulas, columnas cilíndricas, arcos semiesféricos y por la abundancia excesiva de ventanas.
  • Fundaron una Iglesia cristiana, independiente de la Iglesia católica apostólica romana, llamada "Iglesia Ortodoxa", extendida en la actual Europa del este como Grecia, Bulgaria, Rusia, Ucrania, etc.
  • Gracias al Código Justiniano se conservó el Derecho Romano, uno de los más grandes aportes de la antigua Roma al mundo actual. 


Leiner

Historiador de profesión y especialista en informática educativa por convicción.

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