sábado, 11 de febrero de 2017

Familia y parentesco en tiempos de los incas

Un ayllu integrado por agricultores, o por ganaderos, sin usufructuar tierras y pastos no hubiera podido funcionar. Sin embargo el ayllu significaba, por igual, precisos lazos de parentesco; y no un mero parentesco simbólico o mítico, sino real y efectivo, enriquecido y vitalizado por los matrimonios ininterrumpidos entre los jóvenes que componían las familias nucleares-simples y nucleares-compuestas que configuraban un ayllu. De ahí que la terminología del parentesco estaba intensamente desarrollada, como lo comprueban los vocabularios y diccionarios quechuas y aymaras de los siglos XVI y XVII:

Parientes lejanos...........................................................caru ayllu
Tatarabuelo (paterno o materno)........................................Machuypa machun
Tatarabuela (paterno o materno)........................................Payaypa payan
Bisabuelo (paterno o materno)...........................................Yayapa machun
Bisabuela (paterno o materno)...........................................Mamapa payan
Abuelo (paterno o materno)...............................................Machu
Abuela (paterno o materno)...............................................Payu
Padre..............................................................................Yaya
Hijo del padre..................................................................Churi
Hija del padre..................................................................Ususi
Nieto, nieta......................................................................Hahua
Bisnieto, bisnieta..............................................................Huillca
Tataranieto, tataranieta.....................................................Chupuyu
Madre.............................................................................Mama
Hijo o hija de la madre..................................................... Huahua
Nieto, nieta.....................................................................Hahua
Bisnieto, bisnieta............................................................ Huillca
Tataranieto....................................................................Chupuyu
Tío (hermano del padre).................................................Yaya
Tía (hermana del padre).................................................Caca
Tía (hermana de la madre).............................................Mama
Hermano del hombre.....................................................Huauque
Hermano de la mujer.....................................................Tura
Hermana del hombre.....................................................Pana
Hermana de la mujer....................................................Ñaña
Sobrino del hombre......................................................Concha
Sobrino de la mujer......................................................Mulla
Primo 1° del hombre....................................................Sispa huauqque
Prima 1° del hombre....................................................Sispa pana
Primo 2° del hombre....................................................Ccaylla huauqque
Prima 2° del hombre....................................................Ccaylla pana
Primo 3° del hombre...................................................Caru huauqque
Prima 3° del hombre...................................................Caru pana
Primo 1° de la mujer...................................................Sispa tura
Prima 1° de la mujer...................................................Sispa ñaña
Primo 2° de la mujer...................................................Ccaylla tura
Prima 2° de la mujer...................................................Ccaylla ñaña
Primo 3° de la mujer...................................................Caru tura
Prima 3° de la mujer...................................................Caru ñaña

Los varones de habla runasimi (quechua) empleaban una palabra especial para designar a sus parientes femeninos y viceversa. 
Los grados de consanguinidad era numeroso, otra caracterísitca es que entre las voces para señalar al padre y tío paterno no existían diferencias, siempre y cuando fueran del mismo género gramatical. Para los tíos maternos era diferente, pero lo interesante es que los tíos estaban considerados igualmente como padres. Lo que advierte que cada individuo tenía muchos padres y madres. Los primos maternos y paternos se calificaban como hermanos entre sí. Por eso que el ayllu formaba una gran parentela, es decir, una familia extensa, que hacía del conjunto un grupo muy unido. 



El por qué de usar tantos vocablos diferentes para designar los grados de parentesco según el sexo de las personas, se debía al sistema de la descendencia paralela. Y el por qué de la existencia de la descendencia paralela se hallaba en la creencia supraestructural de que los hijos varones pertenecían al padre y las hijas mujeres a la madre. En lo que respecta a la filiación de la prole imperaba a nivel andino la descendencia paralela. En tal sentido los hijos hombres pertenecían teóricamente al padre y las hijas mujeres a la madre, la cual traía varias implicancias:
1° los hombres heredaban los bienes muebles del progenitor; y las mujeres los de su progenitora.
2° Los varones cuidaban la momia de su antecesor; y las mujeres la de su antecesora. 
3° Los hijos se hacían responsables de los compromisos dejados por sus padres fallecidos, y no la de sus madres; ocurriendo lo contrario con las hijas. Decimos teóricamente porque, en la práctica, las progenitoras jamás dejaban de sentirse madres del hijo, y lo mismo ocurría con los padres respecto a sus hijas.

La descendencia paralela tenía tantísimo aliento y eficacia que, en 1575, un doctrinero de indígenas planteó su radicalización por considerarla perniciosa dada la desigualdad en que quedaban los hijos e hijas de un mismo matrimonio. Precisamente, por lo arraigado que estaba, el Tercer Consilio Limense de 1582 la reconoció, legislándola tácitamente en uno de sus artículos, con el agregado de que a partir de entonces los hijos llevaran el apellido del padre y las hijas de la madre. Esta costumbre tuvo tanto peso que persistió hasta las primeras décadas del siglo XIX y en la sierra ecuatoriana hasta hace poco. El listado que se ha expuesto es en realidad, el léxico que usaban en la terminología de la descendencia paralela. 
Desde hace décadas, ciertos autores vienen propugnando la teoría de que, por lo menos en la etnia inca, debió imperar la filiación matrilineal. El iniciador y portaestandarte de esta elucubración fue R. Latchan, y los argumentos que esgrimió en su defensa fueron:
1° Que los linajes reales tenían por nombre panaca, palabra que procedería de pana, es decir, hermana.
2° Que el sapainca se casaba con su hermana para legalizar su gobierno. Pero se trata tan solo de hipótesis que aún no se las ha podido comprobar.

Para las familias unidas mediante el pantanaco o tincunacuspa (servinacuy) o por medio del matrimonio legal, fue una ansia latente el de tener por lo menos dos hijos, tanto porque urgían un complemento de ayuda para el trabajo hogareño inmediato, pero mucho más porque necesitaban quienes velasen por ellos cuando sean ancianos (laboreo de sus chacras) y para que hubiese quienes cuidasen del culto de sus cadáveres o momias generación tras generación y asimismo para que no desaparezca la continuidad del ayllu. Era un deseo indeclinable el de procrear hijos. He ahí por qué criaban con gusto a sus retoños; y en caso de la imposibilidad de engendrarlos adoptaban niños ajenos, de preferencia huérfanos, ya que era bastante difícil que los padres con vida se desprendieran de los suyos. Pese el anhelo de poseer hijos y al hecho de gozar todo un futuro asegurado, por cuando la integridad tenían derechos a tierras y aynis, lo cierto es que los padrones del siglo XVI no se percibe la existencia de jatunrunas con familias numerosas. Parece que la explosión demográfica no fue posible debido a una intensa mortalidad infantil.

Hubo varios modelos de familia:
1° Nuclear-simple, integrada por los padres y sus hijos solteros.
2° Nuclear-compuesta, que no era otra cosa que una familia nuclear-simple a la que se añadían algunas otras personas, como niños adoptados, o uno de los abuelos, o un huérfano o cualquier otro sujeto allegado al hogar. Pero en cualquiera de los casos conformaba una unidad simple de producción y consumo; un grupo doméstico donde ya operaba la división del trabajo según el sexo y la edad. El hombre se dedicaba a las tareas consideradas pesadas y duras; labranza, en cuanto a las mujeres a las artes caceras: culinaria, crianza de niños. Pero habían situaciones en que podían intervenir los unos y los otros, como sucedía en el pastoreo, ollería y textilería.

Dentro de los ayllus a la gente se la dividía de conformidad a sus edades hasta en 10 grupos, determinados de acuerdo a la capacidad física para el trabajo. Pero dichas categorías no se las contaba a partir de los recién nacidos a los más ancianos, ni viceversa; sino arrancando de los jóvenes que bordeaban los 25 años de edad. La segunda categoría comprendía a los adultos hasta aproximadamente los 80 años de edad. Y así se iba bajando hasta llegar a los bebés. En cuarto lugar se tomaba en cuenta a los enfermos e inválidos. Sin embargo, los 10 grupos de edad pueden ser resumidos en tres: generaciones en que generalmente se divide la vida de un hombre y de una mujer, respetando su sistema de parentesco. 

Fuente: Los Incas de Waldemar Espinoza

viernes, 3 de febrero de 2017

Vestidos y adornos de los incas

En lo que hace a la vestimenta, en los varones se reducía a un manto (yacolla) y un unco o camiseta que les llegaba hasta las rodillas bajándoles desde el cuello. En las mujeres dicha túnica (anaco) les descendía hasta los tobillos y se la sujetaban con cinturones bastante artístico. La segunda prenda peculiar de estas era la lliclla (manto). Ambos sexos usaban aros y ajorcas en el antebrazo, sortijas en los dedos. Las orejas las adornaban con pendientes; portaban pectorales, collares, huinchas. Muchos de sus adornos constituían amuletos. 


Los sacerdotes del Sol vestían con telas blancas, confeccionadas con melena de vicuña, alcanzándoles desde el cuello a los tobillos: modelo y color que venían usando desde los gloriosos tiempos de Taipicala. 
Sus pies eran protegidos con sandalias de cuero, o mocasines de piel y lanas, sujetándolas con correas atadas al empeine o mediante un filete fijado entre los dedos gordo y segundo del pie. 



El vestido tenía el mismo modelo y corte desde el Sapa Inca al más insignificante uro y chango. Todos gastaban el unco, la yacolla, el anaco y la llicta. La moda en el vestir y de los objetos de ornato personal estaba estancada desde hacía milenios. Pero había diversidad de tocados tanto en forma como en colorido; pues cada etnia poseía y exhibía el suyo propio, dando al Tawantinsuyu un espectáculo abundante, divertido e interesante. El tocado de los costeños, al mismo tiempo que les diferenciaba étnicamente, los protegía del calor y radiación solar. En el traje, según la clase social, lo que variaba es la calidad de la fibra y los decorados. 

El cabello corto de los hombres de la etnia inca influía en la higiene de sus cabezas. Como carecían de vello en el rostro, los ralos del pelo que podían salirles los extirpaban con pinzas. Un servicio regular de hombres expertos en el manejo de cuchillos de obsidiana tenían por misión cortarles y atusarles el cabello a los llamados hijos del Sol. 

Fuente: Los Incas de Waldemar Espinoza

 

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